CUENTO MOTOR DE YOGA
A continuación, da comienzo un cuento muy muy muy.....relajante. Os animamos a poner una luz tenue, coger una esterilla e ir leyendo el cuento pausadamente mientras que el alumnado va representado las diversas posturas que van apareciendo en la lectura y que se muestran en la imagen que aparece arriba.
Sería interesante que de forma previa a la lectura en voz alta del cuento, el alumnado identificara las posturas y su correspondencia con los personajes de la narración.
Comenzamos:
Había una vez un árbol grande, fuerte y robusto con unas ramas
muy largas que iban creciendo hacia el cielo.
En él vivía una lechuza que dormía durante el día y estaba despierta durante
la noche. También vivía en la otra punta del árbol una mariposa preciosa
con dos antenitas y alas enormes.
Pero ninguna de las dos sabía que
tenían una amiga en el mismo árbol. Por lo tanto las dos pensaban que se
encontraban solas, y estaban tristes.
La lechuza tenía algunos amigos que
la visitaban por la noche: la serpiente, el gato y la rana. Y la
mariposa tenía otros amigos que la visitaban durante el día: el cisne, el
perro y la lagartija.
Mientras tanto el sol y la luna
seguían brillando, día o noche, y eran muy amigos a pesar de salir en
distintos momentos. Demostraban cada día que no podían vivir el uno sin
el otro y de esta manera querían que la lechuza y la mariposa supieran
que no estaban solas. Así un día quedaron en que iban a brillar los dos a
la vez, ¡la luna y el sol!
Así hicieron y la mariposa
revoloteaba feliz como todos los días haciendo mucho ruido al
mover sus alas de arriba a abajo sin parar, y sacaba las antenitas para
oler las flores a su alrededor. Y en uno de sus revoloteos la lechuza la
escuchó y se puso muy contenta al ver que otra amiga vivía en su árbol.
Se pasaron el día volando juntas
felices y contándole a todos sus amigos que se habían encontrado.
La luna y el sol les dijeron que
aunque vivieran en distintos momentos, noche o día, sabrían que
tenían siempre un amigo cerca con el que podían contar. De esta manera
se despidieron y se desearon las buenas noches y los buenos días.
Desde ese día la mariposa recogía
flores bonitas y las dejaba en el nido de la lechuza para cuando se
despertara, y por su parte la lechuza le dejaba insectitos que había
encontrado durante la noche.
De esta manera, la mariposa y la
lechuza siguieron los consejos de Sol y Luna y empezaron a ser amigos
y a sentirse felices sabiendo que alguien cuidaba de ellos mientras
dormían o mientras estaban despiertos.
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Y es por eso que desde entonces, por las noches, vemos revolotear a las luciérnagas alrededor de la lechuza, y son también llamadas “mariposas de la noche”
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